Anselmo, la mujer asexuada y el camisón de felpa.

La asamblea extraordinaria la había convocado la Asociación de Mujeres con Camisones de Felpa. A ella habían acudido diferentes asociaciones femeninas, entre otras la Asociación de Usuarias de Bragas de Esparto, las Mujeres Asexuadas de la Llanada Alavesa y las Frioleras Durmientes con Calcetines Gordos.

Había habido varias quejas y comentarios haciendo saber que mas de una asociada coincidía en mas de una asociación, es decir, por poner un ejemplo: Mari Carmen era “miembra” de Camisones de Felpa y tesorera de Bragas de Esparto. De tal forma que varias asociadas querían lanzar un Globo-sonda pensando en una unificación, con el fin de evitar gastos de cuotas en plena crisis económica.

Por otro lado había comenzado el verano, pero todas las asociadas, haciendo gala de su condición, seguían siendo usuarias de su “lencería gruesa”, sin importarles sudores, sofocones y sensación general entre cónyuges y resto de vecindario.

También asistía el alcalde de la localidad, quien estaba preocupado por el bajo índice de natalidad en los últimos años, queriendo aclarar si el motivo era la pertenencia fanática a estos guetos asociativos o simplemente falta de interés productivo entre la ciudadanía.

Mientras transcurría la Asamblea las parejas de las asistentes, veían en el bar del pueblo la programación televisiva consistente en la repetición en un sinfín de acontecimientos patriótico-deportivos de color encarnado.

Fué ese día cuando aprovechó Anselmo para acudir a la consulta de su programador neurológico a hacer su regresión rutinaria de Alzheimer. Cuando entró en su despacho después de "pedir la vez" le dijo al Licenciado en Medicina: -Sr. Licenciado por favor, retrocédame a la edad en que “estaba novio” con mi Venicia, cuando todavía no se había comprado su primer camisón de felpa –Anselmo comenzó a sonreír de forma bobalicona recordando viejos tiempos… y fué entonces cuando creyó sentir una pequeña erección primaveral.