Me gustaba y no lo podía disimular, pero es cierto que sentía como
tus ojos me hablaban. Bastaba tu mirada frente a frente, para compartir lo más
profundo de nosotros mismos. Diálogos llenos de contenidos, sin palabra alguna.
Tu me observabas –“te
muerdes el labio inferior” -decías divertida -¿Que estás pensando? –y mientras sonreías no esperabas respuesta, porque la sabías. Pero eso ya no sucede, con o sin razón, solo me
muerdo el labio inferior de forma melancólica recordando oportunidades que me
dio la vida. Ya no me hablas con tu mirada, ni con tu palabra, ni siquiera por el wathsapp. Conseguí que no me hablaras.
Hoy ya no miro frente a frente, no hay quien me conteste. Solo miro a otras personas a través del espejo. Diálogos si, pero sin sentido y sin
mirada.
Ahora miro de otra forma, vendí mi alma al diablo, porque necesitaba ese trabajo. Adorné mi “curriculum”, quité algún
detalle, algún curso y otros cursillos los remplacé por otros mas adecuados, de más
pelo. Cuando llegó mi primer cliente, me temblaba la mano de forma angustiosa, pero
tenía que hacerlo... y en cuanto empezó a hablarme de fútbol, carraspeé mi garganta y le dije con voz
templada, mientras le enseñaba el filo de mi navaja, mirándole a los ojos a través del
espejo –¿A navaja y con raya a un lado?
No hay comentarios:
Publicar un comentario