viernes, 9 de abril de 2010

Las pecas de la hechicera.

Ella era solo una hechicera sin varita y como no era bruja, después de barrer su pequeño apartamento, dejó la escoba tras la puerta de la cocina. Estaba claro que no podía usarla como a ella le hubiera gustado, pero su escoba no volaba, por eso tenía que coger trenes, autobuses y aviones en sus desplazamientos.

Ella no era una bruja, era una hechicera y por ese motivo, cuando decía mentiras, no le crecía la nariz como a Pinocho, solamente le salían pecas. Pecas en la nariz, en la mejilla, incluso en la espalda. No demasiadas, porque no sabía mentir. Solo decía mentiras piadosas, como por ejemplo, que esas pecas le salían cuando tomaba el sol en la playa... nunca reconocía que le salían por decir mentiras... pequeñas mentiras.

Solo engañaba por agradar, como aquella vez que vio a su vecina y le dijo: -Que vestido tan bonito llevas –cuando en realidad su vecina tenía un gusto inaguantable... o -que niño tan mono tienes –cuando la verdad era que el niño no era de los "de diseño"... en fin, esas cosas.

Un día, se sintió extraña. Después de estar unos días en una playa del Cantábrico observó como en su piel no aparecía peca alguna. No era le sorprendió, pues para quien conozca las playas del Cantábrico, sabrá que apenas hace sol.

Solamente así se dio cuenta que había dejado de decir incluso pequeñas mentiras. Decía la verdad de todo aquello en lo que pensaba y cuando le preguntaban por su opinión, ella la daba sin ningún tipo de pudor.

Así que un día le dijo a su vecina lo horrible que eran sus vestidos, lo cursis que eran sus cortinas y que era evidente que el hombre desciende del mono con solo ver a su hijo... así que, poco a poco se fue dando cuenta de como la gente le iba haciendo el vacío, le dejaban de hablar e incluso había gente que la esquivaba.

Consultando con un mago vecino, de la competencia, éste le recetó que se comprara un bañador minúsculo y que tomara el sol con tranquilidad, que se dejara tostar por él, de tal forma que las pecas volvieran a su nariz y a sus mejillas, incluso a gran parte de su cuerpo para que pudiera seguir diciendo de vez en cuando alguna pequeña mentira, de las que les gusta oír a la gente.

A los quince días la hechicera volvió a la casa del mago para saldar su deuda, ya que la había curado. Vestía un minúsculo bikini negro. Su piel mostraba un delicioso bronceado, la nariz y mejillas eran poseedoras de pequeñas y atractivas pecas que alegraban su rostro.

En cuanto el mago la puerta abrió de su chabola, ella le dijo: -Hola guapo.

7 comentarios:

  1. Está claro que no se puede ser 100% sincero. Nadie lo somos, nunca.
    Por eso cuando la gente dice "odio la mentira, me gusta la gente sincera" lo que en realidad esta diciendo es "yo miento, y como sé lo que es y lo que se siente, no quiero que tu lo hagas conmigo"

    Besos Maximo

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  2. Si todos dijeramos siempre la verdad sería una catástrofe, se hundiría el mundo, jajaja

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  3. me acabo de tomar dos vinos y no entiendo bien lo que leo, mañana lo leere con mas calma ,que queimada entre magos brujas hechiceras un beso maximo, cada dia me cuesta mas entender lo que escribes...pero esque mi mente esta confusa por el efecto del vino , AUNQUE SEA CTRASTOFICA VIVA LA SINCERIDAD,TE HE BESADO? SI NO ES ASI , UN BESO

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  4. Encantada de leerte. Me gusta tu forma y estilo de escribir.

    Sigo tu blog

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  5. No se yo si la teoría de las peccas será correcta, veo muchos menetirosos y pocas pecas en las caras.

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  6. A veces, mejor que mentir, aunque sean mentiras piadosas, es callar, así ni mientes ni dices verdades que duelen ;)

    Me gusta tu descripcion del perfil, me he reido leyendote :D:D:D

    Nos vemos en la cola del psiquiatra....algún día ;)

    Gracias por tu visita!!

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  7. Pues yo conozco a una hechicera, pequeñita ella, que tiene algunas pequitas, pero dudo que sean debidas a las mentiras porque su caractrística de personlidad más llamativa es esa manía suya de llamar al pana pan y al vino vino, lo cual le trae no pocos disgustos.

    También es verdad que con mi amiga la hechicera, conpecas o sin ellas, uno siempre sabe a que atenerse.

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