lunes, 3 de mayo de 2010

No tiene marihuana que fumar.

Cuando la leche empezó a hervir, Ismael echó en el interior de la perola media docena de paladas de cacao, de aquel saco polvoriento que se encontraba en el rincón de la cocina. Esperó unos minutos y empezó a revolver el desayuno con un cucharón grandísimo.

Lo dejó hervir unos minutos y cogiendo un cartón alargado, en forma de regla, lo paso raseando sobre la superficie espumosa del cacao con leche y apartó la media docena de cucarachas rubias que flotaban moviendo las patas desesperadamente.

Tras la rutina diaria de esta operación le seguían sus recuerdos de infancia, cuando estudiaba “historia sagrada” en el colegio de curas, imaginando como echaron al puchero a los Hermanos Macabeo. Ese pensamiento solía durar poco al tener que repartir el desayuno entre la marabunta de energúmenos recién despertados a golpe de corneta.

Las cucarachas cercanas a la playa del Confital, eran muy rubias y grandes como tortugas de seis patas, dejando a las cucarachas peninsulares en el más absoluto de los ridículos.

Fue aquel mismo día a la hora de comer, cuando partiendo una pila de no menos de una docena de tortillas de patata, una encima de otra, con un gran cuchillo se le ocurrió a aquella gigantesca cucaracha rubia, cruzar por encima del mostrador de la cocina. En aquel mismo instante, Ismael reaccionó con parsimonia acostumbrada. Subió su gran cuchillo de cocinero, hasta donde le permitió su brazo y dejándolo caer de un golpe seco y parodiando a Salomón, cortó en dos aquel magnifico ejemplar de de la naturaleza. Su color era acaramelado y cada una de las mitades eligió diferentes rumbos, siguiendo caminos descompensados a consecuencia del numero impar de patas.

En esos momentos Ismael canturreó -…ya no puede caminar, porque le falta, porque no tiene marihuana que fumar…. –dejando de tararear, se fijó en mi gesto desconcertado, con su mirada de ojos turbios y desorbitados. Entonces, abrió su gran bocaza desdentada y acercando su cara a dos palmos de la mía, chilló : -¡El siguienteeee!.

8 comentarios:

  1. Son sólo animalitos del señor, he vivido con ellos. Lástima que estén sucios y transmitan enfermedades, por lo demás como mariquitas. Qué asco en la comida!

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  2. Gracias por tu visita y tu comentario en mi blog. Un placer descubrir el tuyo. Si me lo permites repetiré visitas.

    Un saludo

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  3. Pues yo con las cucas no puedo, ya sean rubias o morenas... arggg!

    Parece que volví, poco a poco, piano piano, chi va piano, va lontano!

    Muxus eta eskerrik asko!

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  4. Bien mostrada la deshumanización de un cuartel, todo vale, nada importa.

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  5. arggggg No puedo con las cucarachas, es que ni oirlas nombrar...

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  6. aysss que bichejos más espeluznantes y que blog más agradable tienes, enhorabuena.
    Un abrazo, Irma.-

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  7. Aichsss, trabajito me costó encontrarte. Por suerte eres seguidor de tu propio blog, y por ahí te he pillao.
    Me quedo sin dudarlo un segundo, he leído varias entradas ya y me gusta tu forma de escribir, directa e inteligente. Besos.

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  8. Gracias por tu visita y por dejar tu huella.

    Besines, Irma.-

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