sábado, 14 de agosto de 2010

El Rey y su familia.

“El Rey” se sentó en su silla de mimbre, hundiendo sus patas entre la arena. Aunque un sombrero de paja ensombrecía su rostro, mantenía los ojos entrecerrados, con la mirada siempre atenta en su “churumbela”, perpetuamente vigilante, por si le necesitaba. Su pelo negro, la cara curtida y su fino bigote hacían juego con la gruesa cadena de oro que lucía en su camisa desabrochada.

Ella, menuda, morena, con un biquini claro que hacía destacar su cuerpo sinuoso y moreno... él no la perdía de vista, daría su vida por ella. Sabía que le necesitaba. Necesitaba su compañía, su protección, su afecto. Junto a la “churumbela”, jugaban sus nietos.

Él, orgulloso "Rey", orgulloso de su hija mayor, de su hija pequeña, de sus nietos, de su “Reina” a la que no le hacía ninguna gracia aquella playa del Norte de aguas frías. Orgulloso de su clan, a quienes nunca defraudaría... Si no fuera por aquel sieso, si su “churumbela” le dejara, le diría cuatro cosas bien dichas, a ese payo sinsentido, que la dejó con dos hijos "bajo el ala". Todavía la recordaba de niña, cuando le dormía escuchando su voz rasgada junto a su vieja guitarra.

Ella se defendía bien, había estudiado una carrera universitaria y tenía un trabajo fijo. Sin abundancia de dinero, pero sin necesidades extremas. A veces se sentía agobiada por el afán protector de su familia, fuera de época. No podían concebir que volviera a rehacer su vida, que saliera con sus amigos y que necesitara libertad como cualquier otra mujer de su edad y de su entorno.


Pese a todo, ella sabía que nunca le fallarían, ni en lo económico, ni en lo afectivo, ni en tantas otras cosas...

Cuando la “churumbela” salió de entre las olas del frío Cantábrico, vio a su padre sentado en su desubicada y anacrónica silla de mimbre, a su hermana secando a los niños y a su madre que había bajado a avisarles de que tenía hecha la paella de marisco… “se iba a pasar”. La “churumbela” se sintió orgullosa de su familia gitana. FAMILIA, pero con letras mayúsculas.

9 comentarios:

  1. Sublime Máximo este relato. He sentido ese mar Cantábrico frío.
    Besos wapo.

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  2. Muy tierna esta historia.
    Me ha hecho recordar a una alumna gitana que ahora está en la universidad gracias a su tesón... y a otra que tengo ahora mismo, que también apunta maneras la niña...

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  3. Cada familia es un mundo, y todas tienen sus cosas buenas y cosas malas. Mi familia no es gitana pero no nos falta mucho en algunos aspectos; pero ya se sabe, ésto no se elige. Saludos desde el Atlántico

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  4. Este relato me ha encantado.
    Si no hubieses mencionado la raza y algunas palabras típicas de ellos hubiese podido ser el retrato de cualquier otra família en un día en la playa.
    Quizá sea que en el fondo no somos tan diferentes en cuanto a los sentimientos.
    Un saludo de Mar

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  5. Msximo cuida a tu churumbela!!!

    un saludo

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  6. Un relato corriente de gente corriente en un día de playa, pero dejando claro que la familia es muy importante, los hijos, los legados y como siempre impregando de tu sello personal.
    Una vez más he disfrutdo leyéndote.
    Saludos

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  7. Un bonito y tierno relato Máximo, que demuestra que al final, la familia es el pilar más importante. Un saludito,

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  8. Ese `sieso´ quillo, también puede ser rubio y de ojos verdes como el trigal. Y también enamorar -como no. Ahí lo veo, en la misma tronera dandole to el fresco´ Jajaja!

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