jueves, 23 de septiembre de 2010

El faro y el farero.

Las aristas vivas de aquella piedra negra, rajaban de vez en cuando el cuero negro de mis botas recién estrenadas. La piedra volcánica sonaba bajo la torpe pisada de mis botas. El picón hacía que me resbalara con facilidad mientras subía aquella cumbre volcánica y mientras tanto el sol se ponía dedicando sus últimos rayos de calor sobre mi espalda, notaba que la brisa sahariana resecaba mi piel.

Llevaba más de una hora subiendo aquella empinada y resbaladiza ladera cuando se metió el sol. Miré hacia la montaña del Vigía observé que el faro ya había encendido sus destellos. Sus destellos partían desde el interior de su cúpula de más de tres metros y giraban sin parar, tres destellos cortos, seguidos de uno largo cada veinte segundos. El Puerto de la Luz se sentía protegido desde la montaña del Vigía. La inmensidad del Océano se hacía patente, la silueta del Teíde recortaba el horizonte y en aquel momento me sentí tremendamente insignificante.

Unas horas mas tarde llegué al faro cansado, hecho trizas y desconcertado. Su farero me recibió con sorpresa y gran simpatía, tras invitarme a cenar y a compartir su soledad, me hizo saber que era el último paleto que había subido a iluminar el faro. También me informó de las novatadas que hacían mis compañeros a la gente recién llegada del campo, como yo. Desde hacía años y tras aprobar su correspondiente oposición, solamente él tenía el privilegio de encender su faro.

5 comentarios:

  1. Curiosa la profesión de farero, ya no quedan apenas. He sufrido novatadas en los campamentos, en la residencia, en la uni. Y no me gustan, nada, ni para mí ni para nadie.
    Bonito cuento de luces, un abrazo.

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  2. Me encantan los faros y de hecho hice un power point sobre el tema hace un par de años y tu texto me ha hecho evocarlos. Los paisajes con faros aunque evocan la soledad del farero (desde luego es una profesión de lo más relajada), también evocan belleza y naturaleza plena y salvaje a veces. Un saludo,

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  3. Me ha encantado la atmósfera. Super bien creada, felicidades.

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  4. El faro me sugiere toda una mística particular.
    Me gusta que sea el único que pueda encenderlo, casi un paralelo con nuestro propio interior.
    Un abrazo!

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