sábado, 26 de febrero de 2011

Luz al final del pasillo.

No se por qué, últimamente me vienen recuerdos de infancia y del pasillo de la casa de mis padres, que es muy largo. El más largo de todos los que conozco, tiene forma de “L”

Por aquel entonces yo era el pequeño de todos los hermanos, el menor de los seis. Faltaban todavía por nacer dos para incorporarse y completar nuestro equipo familiar de fútbol-pasillo. Equipo bautizado por mi padre como “el chiquilicuatri club”.

Todos los hermanos dormíamos en una habitación con dos literas, una cama y la cuna donde yo dormía hasta que vino la siguiente. Aquella habitación era lo que hoy en día se llamaría sin duda, una habitación patera. Entonces ni más ni menos que una habitación familiar con ambiente. Nuestra habitación.

Mi hermana mayor tenía entonces catorce años. El menor de todos era yo, con cuatro. Era mi “hermanalasegunda”, segunda por orden de edad, no de nombre, la que nos revolucionaba a todos los pequeños con sus ideas, a la hora de acostarnos. Una vez en la cama, mi madre nos dejaba encendida una luz roja, para alejar lloros, miedos… y era entonces cuando mi “hermanalasegunda” nos amotinaba a todos, nos ponía a gatas y jugábamos a “lo que hace la madre hacen los hijos”, por supuesto la madre era ella, que para eso lo organizaba y le gustaba. Nos sacaba por el largo pasillo a todos en fila de mayor a menor, a gatas parodiando a “Los 101 dálmatas”, que habíamos visto recientemente, y en la penumbra del pasillo comenzaba nuestro alboroto. Al llegar a la esquina del pasillo mi “hermanalasegunda” levantaba su pierna imitando la típica meadita perruna en esquina y todos la imitábamos entre risas y silencios rotos.

La meta era llegar al final del pasillo, donde estaba el comedor, mi padre leyendo el periódico en su butaca y mi madre sentada en la otra butaca cosiendo, seguramente zurciendo calcetines… y así llegábamos al quicio de la puerta y nos asomábamos para ver a mi padre concentrado en el Madrid”, (su periódico de la noche) como si no oyera nuestro alboroto contenido, al igual que mi madre.

…y lo recuerdo hoy, después de casi cincuenta años y pienso en como mi padre haría oídos sordos al sentir nuestra escapada nocturna y cómo aparentar “las formas” de un padre “respetable” y autoritario de la época, como sin duda lo era y me lo hizo saber años mas tarde, en otro tipo de escapadas nocturnas que me gustaba hacer.

Hoy mi padre, a sus noventa y seis años, se encuentra en uno de esos pasillos o túneles, también largo, del que habla alguna persona que cuenta que se ve una luz blanca al fondo. En ese pasillo, por la edad y otros motivos, no puede echar marcha atrás, pero avanza muy lentamente hacia la luz donde, desde mi punto de vista existe la nada.

Con mi madre no puedo compartir estos recuerdos porque Alzheimer no me deja y para hacerlo con a mi padre, ya es tarde, por eso lo comparto con vosotros, porque... durante estos días intensos y emotivos, que me están tocando vivir, me vienen recuerdos de una infancia feliz donde nunca estuve solo.

10 comentarios:

  1. El largo pasillo que acaba con la luz brillante, quizás no sea la nada para tu padre de 96 años. Al resplandor llegará solo pero en el pasillo le acompañáis vosotros, como siempre, y también sus recuerdos de la habitación familiar, de cuando Alz aún no había llegado, del diario Madrid por las noches...

    Y tú tampoco lo estarás mientras evoques la cuna,las literas, los hermanos, mihermanalasegunda...o puedas seguir escribiendo para hablarnos de pasillos, de excursiones a la cima o de lo que quieras.

    Lejos en el espacio, pero muy cerca en la experiencia, te manda un fuerte abrazo de compañía y solidario, solidario, solida....Á.

    ResponderEliminar
  2. Ser una familia numerosa tiene sus ventajas, me hubiera gustado jugar con vosotros. Ánimo.

    ResponderEliminar
  3. Pues si, así es... tocan tiempos duros, parece que la vida también es así.
    Un fuerte abrazo a tí y al resto de dálmatas!

    ResponderEliminar
  4. Bonito y emotivo relato el que hoy has dejado para compartir con tus lectores. Por desgracia, es algo que antes o despues a todos nos tocará vivir, "es ley de vida" (o eso dicen), pero al menos, tienes un montón de hermanos para compartir todos esos tiernos recuerdos de tu infancia. Un abrazo,

    ResponderEliminar
  5. Es muy emotivo Máximo. Me da rabia que el dolor o la impotencia que se siente en la actualidad sea la causante de crear estos relatos. Quizá si no nos tocara vivir situaciones de angustia las creaciones serian distintas
    Saludos

    ResponderEliminar
  6. Solo puedo decirte.... ANIMO!! un fuerte abrazo...

    ResponderEliminar
  7. Aina, Angeles,Ni, Caiman, Caimana,NIeves, Cita, Anónimo... Gracias a todos.

    Creo que este relato es demasiado ñoño. Será que me siento así.

    ResponderEliminar
  8. Un abrazo y mucha fuerza de mi parte, Máximo.

    ResponderEliminar

Seguidores