domingo, 24 de julio de 2011

Manifestación en la sala de partos.

Marcelo era el hombre más feliz del mundo. Su mujer acababa de parir su primer hijo. Durante el parto sin complicaciones, se había mantenido junto a ella y le había transmitido toda la fortaleza y tranquilidad que le había sido posible. La comadrona, conocida de ambos, les habían permitido estar juntos en la sala de partos.


Cuando por fin llegó el niño a este mundo, la comadrona le hizo llorar con el protocolo acostumbrado y limpiándolo, le miró con una sonrisa a Marcelo -tanto el niño como la madre están perfectos -y con cara de observación jugando a adivinar los parecidos físicos continuó me parece que va a ser un Marcelito.


El recién estrenado padre, dio a su fatigada y sudorosa esposa un cariñoso beso en la frente y le comentó que iba a salir de la sala para llamar por teléfono a los abuelos. Esperaban noticias.


A la salida de la sala de partos, una pequeña manifestación espontanea se había formado. Entre ellos, un sindicalista liberado y recién prejubilado de telefónica de 52 años, le recordó a Marcelo, que no se olvidara de que su hijo iba a trabajar hasta los 67 años, cotizando el mínimo de años ya conocido. Un militar, de la misma edad y en la reserva activa le aconsejaba sobre las ventajas del nuevo ejército profesional, con un gran futuro en labores humanitarias en el extranjero. El inspector de hacienda con los formularios correspondientes. Un banquero con los impresos de la hipoteca para la compra del futuro piso. Un comité de funcionarios comprobaban que el recién nacido estuviera informado de las nuevas obligaciones que como ciudadano, tendría que cumplir el niño a partir del día siguiente… más apartado el nuevo inspector de la SGAE de cara aún desconocida, solicitaba de forma impertinente, las tasas sobre las supuestas canciones que el niño iba a originar… nanas, “cumpleañosfelices”, etc.


La sociedad gorrona, sedienta de nuevos ingresos, esperaba como agua de Mayo la llegada de un nuevo contribuyente.

5 comentarios:

  1. Pobre Marcelo, con la ilusión que tenía. Para volvérselo a meter a su mujer en el vientre.

    ResponderEliminar
  2. Sí, tal y como están las cosas. Mejor dejar a los niños donde están. Que allí están bien calentitos y ni siquiera se exponen a un resfriado.

    Astrid

    ResponderEliminar
  3. Igual Marcelo saldría con la cabeza atontada y feliz con tal acontecimiento, que poco caso haría a los caprichos capitalistas de la sociedad...
    Saludos,
    desde las alturas

    ResponderEliminar
  4. Cómo eres Máximo, fabricando consumidores.

    ResponderEliminar
  5. Hoy en día es complicado tener hijos...

    ResponderEliminar

Seguidores