domingo, 6 de mayo de 2012

Futuro imperfecto.

Carlos salió de casa después de haber ahorrado unos días. Llevaba una cartera colgada llena de monedas. La correa cruzaba su pecho ante el miedo de que alguien se la arrebatara.
Nada más salir del portal echó un par de monedas al expendedor de óxigeno. Otra moneda al peaje para poder caminar por las calles de su ciudad y otra más para que el semaforo se pisiera en verde para los peatones. Siguió andando con cara de felicidad respirando de su pequeña dosis de aire recién comprado. Hacía días que no salía.

Entró en el supermercado del barrio y compró un cuarto de barra de pan, un paquete de congelados de oferta a punto de caducar y dejó su chaqueta en buen uso, para que le pusieran unas coderas. Volvió a casa corriendo antes de que se le acabara la dósis de oxigeno.

Carlos estaba feliz, a sus sesentaitres años, autónomo, ingeniero industrial ex-empresario del sector de la automoción y ex-propietario de piso embargado por el banco, había conseguido trabajo como porteador de maletas para los prejubilados de una gran empresa de telefonía y otros prejubilados bancarios en sus viajes de placer.


3 comentarios:

  1. Carlos se siente feliz....lo demás no importa .La felicidad esta en uno mismo y el la ha encontrado.

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    1. Si... él ha encontrado la felicidad sirviendo a quienes arriesgando y comprometiendo menos que él ayudaron a que se hundiera. Si estás de acuerdo con ello serás de los que piensa que la felicidad es de simples... pero como en todo relato, los personajes y las historias son todo pura invención.

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  2. Yo diría que desde el momento que él aceptó su situación , no es simple es sábio

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