miércoles, 4 de junio de 2014

Reencuentro unipersonal con un pasivo incompetente.

El mismo día en que mi amada y adorada hada madrina, comunicó su interés en que abandonara nuestro hogar, fue el mismo día en que se convirtió en bruja. Fue exactamente el mismo día en que su varita mágica se transformó en escoba y el mismísimo día en que su precioso, encantador y siempre besado lunar se tornó en verruga. Todos estos acontecimientos sucedieron el día en que me convertí de príncipe en sapo”... y sin saber como, deambulé y bebí como un cosaco, hasta que el amanecer del nuevo día hizo cambiar todos y cada uno de los pensamientos y proyectos de mi “plan de gestión” de vida.

Amanece. La luz, la humedad y el frío me han hecho despertar… me encuentro junto a un charco de agua limpia. Nenúfares, lentejuelas y otras plantas de agua la pueblan de una forma preciosamente ornamental. Oigo el croar de sapos y ranas alrededor. Me duele la cabeza y aún rodeado de agua por todas partes no puedo aplacar mi sed. Había bebido demasiado. ¿Quizás la ginebra era de garrafón? … o tal vez… me había sentado mal la tónica que combinaba la ginebra. A veces son los cubitos de hielo, porque el agua que utilizan no siempre está perfectamente clorada…. ¿Será porque bebí demasiada ginebra? La resaca está pasando factura.

El agua de la charca está tranquila, en reposo, es un espejo perfecto. Miro el reflejo de mi imagen sobre la superficie del agua. ¡¡¡ Dios mío !!! He vuelto a mi estado anterior. Vuelvo a ser un sapo. ¡ Casi me da un infarto!. Tengo que hacer esfuerzos para no caer al agua. Soy un sapo, Un sapo común, un “Bufo Bulgarus”. Nací renacuajo, crecí sapo y solo por circunstancias de la vida he conocido una breve vida de príncipe. Vuelvo a ser un sapo, creo que siempre lo he sido.

Soy un sapo gordo, con una brillante y escurridiza “piel de sapo”, ojos de miope, gafas de cerca, bocaza sonriente, hipersalivación constante, la papada me ayuda a aparentar una sonrisa mayor y aunque por sapo me tengo creo verme “patas de gallo”. Recuerdo como por un beso suyo me convertí en un Príncipe, en su hombre objeto, en su hombre florero, en la envidia de sus vecinas. Me lo creí todo. La experiencia fue compleja pero me acomodé.
Está saliendo el sol, asoman cabezas ranas y sapos sobre la superficie del agua para tomar los primeros rayos de sol que nos regala esta preciosa primavera. Me veo desnudo y muy cambiado. No se que hacer.

Empiezan a aparecer unas jóvenes ranitas, dando saltos con agilidad, algunas de ellas acompañadas de sus consortes y pretendientes sapos. Tienen entre veinte o treinta años. Algunas vienen a controlar a sus renacuajos, juegan en el charco, celebran el comienzo de las vacaciones. En este charco todo aparentemente todo, es tranquilidad y felicidad. ¡¡¡Problemas cero!!!. Sigo en estado de observación. Soy animal de sangre fría y corazón caliente. Pienso en mi nueva situación. No entiendo nada. Morfeo me atiende perfectamente hasta la puesta de sol.

Una mosca se posa sobre una hoja cerca de mi. ¡Increíble¡. Sin querer he sacado mi estropajosa y “resacosa” lengua y con una agilidad sorprendente, y casi sin querer me he zampado ese insecto. Por cierto… ¡¡¡delicioso!!!. Uuhhhhhhmmmm… que manjar. Pensar que durante los años de príncipe me ponían caviar y langostas. Pronto he vuelto a recordar este sabor. Ha sido un acto reflejo, porque a fin de cuentas... Soy un sapo, un sapo común y vulgar.

2 comentarios:

  1. No llores por que se terminó, sonríe por que sucedió.
    Saludos, de una bruja.

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  2. No tengo nada en contra de los sapos, es más, fíjate bien en los habitantes
    de tu charco, la rana del pelo rojo soy yo, acostumbrándose, como tú, a ser
    lo que la vida quiere que sea.
    Un beso

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