La pareja de novios se
puso junto a mí ante la barra de la cafetería. Ella pidió por los dos: Un café
con leche y una taza de chocolate. La camarera les advierte que tengan precaución
al cogerlo, porque que el chocolate está muy caliente. Él se sienta sonriente
en una de las mesas libres. Lleva un paquete en la mano. Ella también sonríe,
paga las dos consumiciones y hace dos viajes, el primero con el café con leche
para él y el segundo viaje con extrema precaución la taza de chocolate para
ella.
Desde la mesa, el chaval
observa la escena sonriente, disfrutando y esperando su llegada a la mesa.
Cuando están los dos sentados, el "indudablemente enamorado" le saca un paquete a
su, también "sin duda enamorada" y espera que descubra lo que hay dentro.
Ella está nerviosa y con
una cara de felicidad indescriptible saca de su interior una camiseta, que la
extiende para verla mejor. Él la mira feliz. El universo les pertenece en ese
momento... “No puede haber nadie en este mundo tan feliz”.
El hecho es real y ocurre
en Vitoria, en una cafetería que hace esquina donde a veces desayuno. La pareja,
con Síndrome de Down, desborda felicidad. Mientras yo, acabo mi “café solo” y
verdaderamente solo, me siento ñoño, me emociono al verlos, pago mi café a la camarera en
silencio y sin apenas mirarla salgo a la calle respirando fuerte, meditando lo
difícil que hacemos lo aparentemente sencillo como es el querer.
Estos chicos son realmente especiales, actúan sin prejuicios.
ResponderEliminarSer testigo de esa escena es emocionante.Lo triste es que la soledad te acompañase.....
ResponderEliminarSí,el AMOR es sencillo.
Precioso el comentario.
Muchas veces me he sentido así de "ñoña"....Pero prefiero eso que ver discusiones
ResponderEliminarQuizá sus limitaciones les libra del miedo. Simplifican por necesidad...y se hacen libres...
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