domingo, 20 de septiembre de 2009

La cajita de puros.

La Srta. Pili sonrió cuando le vio entrar con una caja de puros en la mano.

Él, Pedro Muelas, próspero contratista de obras de pueblo. Lo había conocido cuando él mismo ponía ladrillo sobre ladrillo y había llegado hasta donde estaba a base de trabajo, mucho tesón y mucha viveza. Pilii estaba a punto de jubilarse y se conocían desde sus años mozos.

Culto no era, apenas sabía leer y las cuatro tablas, pero era vivo y trabajador como él solo. Había conseguido ser la envidia de muchas personas de su alrededor. Dar envidia a los demás era caro, pero lo había logrado. Su vistoso Mercedes, su Rolex de oro a juego con su cadena y pulsera de gran consistencia. Su forma de vestir era ostentosa y de escaso gusto. Era un hombre sin pulir, bajito, cabezón, gran tozuelo y de tez sonrosada. Su fiel e inseparable esposa iba a juego con él, su abrigo de pieles con el Mercedes.

La Srta. Pili se sentía bien tratada por Pedro, siempre recordaba con que cara de felicidad le trajo aquella pequeña Virgen del pilar, cuando volvió de la Feria de Zaragoza.

Pedro Muelas, como siempre, venía a ver a Don Juan Ramirez de Peralejo y Zarzalejo. Don Juan era de familia aristócrata venida a menos, joven, engominado hijo de cacique y concejal de urbanismo de su pueblo durante los últimos cinco años, era un hombre que gozaba de gran admiración y respeto entre las personas mayores del pueblo. Todos comentaban su humildad, ya que aún pudiendo haber sido alcalde en mas de una ocasión, se conformaba con ser solo concejal de urbanismo y veían su procedencia familiar como una garantía profesional.

Pedro visitaba todas las primaveras al concejal y este año, como en los años anteriores, le llevaba una caja de puros.

A la Srta. Pili siempre le sorprendía la ilusión que le hacía aquel pequeño obsequio, que año tras año le traía, ya que todo el mundo sabía que el representante municipal no fumaba y no soportaba el humo. Sin embargo, el regalo de Perico le hacía cambiar su cara seria y le dedicaba la mejor de sus sonrisas cada vez que le recibía.

Esta vez dijo al entrar: -Pili, dile a Don Juan que ha venido Perico el contratista. Le he traído una cajita de puros del viaje que acabo de hacer a Cuba.

Y sin que Pili llegara a anunciar al concejal su inesperada visita, éste salió sonriente de su despacho, y le invitó a Perico a entrar amablemente.

Tras una hora de conversación “entre caballeros”, Pedro regresó a casa y le contó a su mujer, como había ido la visita. Sentándose en la mesa camilla frente a la televisión y encendiendo un nuevo habano, cogió otra caja de puros y le dijo: -Es increíble. Lo que no se pueda conseguir con una caja de puros, no se consigue con nada -y diciendo esto, empezó a colocar de nuevo y de forma muy ordenada grandes billetes nuevos, dentro de otra cajita de madera, de esas donde vienen los puros.

7 comentarios:

  1. Me estaba viendo venir lo de los puros...
    Me encanta la ironía que has puesto sobre el concejal "pudiendo ser alcalde se conformaba con ser concejal de urbanismo". Muy bueno.

    Un saludo

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  2. No podía ser de otro modo, jajaja. Ya se intuía lo que había en esa cajita de puros. Cohecho. Este relato es el reflejo de muchas realidades. ¿O será una realidad?

    Por cierto, la foto de inicio con el espejo retrovisor me produce un efecto óptico, la veo en movimiento, glups, me siento circulando por esa carretera. ¿Te lo han dicho antes o me estoy volviendo loca?

    Gracias por tu visita.

    Un saludo.

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  3. La foto se hizo en movimiento, en el mes de agosto a pleno sol. "Eran las cinco de la tarde..." Llegando a Turegano (Segovia).

    Agradezco tus comentarios.

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  4. Me ha gustado mucho. Las descripciones están muy logradas, me he imaginado exactamente a los dos hombres. Yo no me esperaba el final, así que me ha sorprendido.

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  5. Máximo,
    Me ha gustado mucho y te seguiré leyendo.
    Muchísimas gracias por tu comentario en mi blog.
    Saludos

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  6. Gracias por pasar por mi blog y dejar un agradable comentario. He pasado por tu rincón y me gusta...
    Un abrazo.

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