miércoles, 14 de octubre de 2009

El ojo de la cerradura


Miré y remiré por el ojo de la cerradura. Viendo la única parte del mundo que conocía. Aquel campo, con el castillo y aquel trozo de carretera.

Vivo aquí dentro desde que nací. No conozco otro hogar. Ésta borda es mi mundo. Mi vista más lejana es el castillo, mas cerca el trigal recién segado y la carretera, por donde a veces pasa algún coche o algún ruidoso camión. Todavía no he averiguado para que sirven los coches y que hacen las personas que van dentro.


Mientras pienso todas estas cosas, tengo por costumbre jugar con el collar, dándole una y otra vuelta, siempre con ese collar, me lo regaló él y es mi única pertenencia en esta vida que me ha había tocado vivir, no conozco otra.


Muy de vez en cuando pasa algún paisano por delante de la puerta, pero nadie para a hablar conmigo. Nadie a excepción de Eusebio cuando viene.


Es el dueño de la borda donde estoy encerrada. Eusebio es buena persona aunque a veces está de mal genio y me hace sufrir con su carácter violento, pero enseguida se le pasa y me da unas palmaditas en la espalda. Un mendrugo de pan es un extra de alegría y alivio de mis contusiones. A cambio le cuido su casucha.


Hoy debe ser Domingo y Eusebio no vendrá a darme de comer. Los Domingos está muy ocupado, ya que tiene que ir a misa, luego comerá con sus hijos y a la tarde tendrá que ver el fútbol, pero otros días se sienta a mi lado y me cuenta sus penas… y es que Eusebio es muy humano. Me da de comer, me ha comprado un collar y por guardarme, me guarda hasta la vista dejándome mirar por el ojo de la cerradura. A veces dice que la vida ha sido injusta con él, que ha sufrido mucho, que su gente le ha tratado mal.


Así que entre pensamientos solitarios y algo aburrida, dejo de mirar por el ojo de la cerradura y sentándome en el suelo alargo mi pata derecha y me rasco, sin conseguir quitarme la garrapata de la oreja.

7 comentarios:

  1. Encerrada en su soledad o desolación, siempre hay un velo de luz, de esperanzas y recuerdos que alguien nos hace iluminar como luciérnagas en la noche.
    Eusebio la compadece, pero lo que en realidad siente es otra garrapata que no logra quitarse de su oreja. Porque de la cerradura para adentro hay una mujer llena de vida, de amor y ternura; aunque no lo demuestre. Ella es un inmenso castillo de sensaciones.

    Máximo Cano, la cerradura tiene dos vistas. Me quedaré con la que más me he identificado.

    Precioso tu relato, besos.

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  2. era un perro!!!!!
    lo leí hasta el final con mucha pena pensando que era una mujer!!!!
    muy buen cuento, aunque también me da pena que un animal este así de solito...

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  3. ¡Muy bueno!
    Al principio sentí angustia al imaginarme a la pobre mujer encerrada durante toda la vida así que descubrir que era un perro fué realmente un alivio.
    Muy buen relato
    Un saludo de Mar

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  4. Esta historia me ha recordado una experiencia que viví de pequeña en el convento donde me crié.

    Antonio, no estaba loco, pero lo encerraban en una pequeña habitación aislada porque tenía ataques epilépticos. Él miraba por una ventana muy pequeña, su hermana tenía un perro , y un día alegó que Antonio quiso matarlo para comerselo; así, hasta que acabó aquí en Sevilla en un manicomio.

    Para mí un manicomio es la cerradura oxidada de la cordura...

    Pero tú Máximo, has elegido una hembra, y su bonito collar.

    Besos.

    Saludos Betty

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  5. De nuevo has conseguido mantener la atención del lector, de nuevo nos has confundido con el perro que pensábamos que era una persona...
    Eso es bueno!
    Y el relato está muy bien estructurado. Corto y claro!
    Me ha gsutado mucho! Y me ha dado una pena infinita el pobre chucho!

    Un abrazo orillero!

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  6. ¡Jajajaja, muy bueno este breve, Máximo!

    Mira que ya iba sospechando yo, casi olisqueando ;=), lo del perro... Además está muy bien contado, engancha hasta el final...

    Aunque si te digo la verdad, no sé, no sé, me deja también cierto resabio triste el que el animal viva gran parte de su vida en encierro...

    La foto es buenísima, ¿es tuya?

    Saludos desde "Mar adentro" con oleaje

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  7. Muy buena tu entrada.
    Pero el Eusebio
    debía cuidar mejor
    de la perrita
    solitaria con garrapata
    en la oreja.

    Besos.

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