domingo, 23 de mayo de 2010

Semana grande



Domingo:


22:05 horas.



Mamá falleció ayer –dijo mi primo Ramiro con tono afectado. –Ya sabes como era ella. Entre sus últimos deseos se encuentra que sus restos descansen en España. ¿Puedo contar con tu ayuda?



-Cuanto lo siento… cuenta con nosotros para lo que haga falta –dije extendiendo mi ofrecimiento a mi marido e hija. Tras las condolencias y ofrecimientos colgué el teléfono recordando a la tía.



Apenas he tenido trato con mi primo Ramiro, pero sé que no tiene muchas luces y él mismo, conociendo su carencia, se acomoda descaradamente con su situación comprometiendo a sus allegados.



Mi tía Encarna y mi difunto tío emigraron a Alemania en la década de los sesenta cuando mi primo tenía tres añitos. Yo soy su familiar con vida más cercano en este momento.



Miércoles:


14:00 horas.



Llaman a la puerta, es el cartero. Me ha pillado de casualidad, porque acabo de llegar a casa, es la hora de comer. Me hace firmar en los impresos y me deja un pequeño paquete. No espero nada, así que con curiosidad, me dispongo a abrir el paquete, veo que puede ser un regalo, es como un tarro no muy grande, con dibujos geométricos dorados. Creo que es una bombonera, así que me dispongo a abrirla en la cocina, con cierta ilusión.



La bombonera esta embalada cuidadosamente forrada con plásticos de “burbujitas”, la desenvuelvo con cuidado, quito el papel adhesivo que precinta la tapa y abro con ilusión la bombonera… solo abrirla me quedo sorprendida, no entiendo nada, la bombonera está llena de ceniza, tardo unos segundos en darme cuenta, de que tengo ante mis ojos a mi tía Encarna. Tal como me comentó el lerdo de mi primo Ramiro: -te tendré informada por Correo.



Jueves:


8:00 horas.


Hablo con un empleado del cementerio municipal, con intención de dar una cristiana sepultura a las cenizas de tía Encarna y me contesta el enterrador:



-¿Qué le han llegado por correo las cenizas de su tía? –me miraba con ojos de incrédulo –pues no la podemos enterrar. Para registrar su cenizas tengo que tener la documentación del traslado del fallecido, no podemos registrarle sin identificación. Es totalmente ilegal.



14.30 horas.



Ni mi marido ni mi hija han conocido en vida a mi tía Encarna. Durante la comida les explico que no podemos enterrar a tía Encarna en el cementerio, por lo que sugiero esparcir sus cenizas en el jardín del adosado, bajo las palmeras, con vistas al mar.



–¡Ni de coña! – Fue la respuesta de mi hija y levantándose rápidamente de la mesa sale con los libros bajo el brazo argumentando que ha quedado con unos compañeros de la Facultad porque tienen que presentar un trabajo en equipo.



Mi marido me observa con cara de sorpresa. Tampoco parece gustarle la idea.



16:00 horas.



Hablo con Juan, un paisano mayor que hace las veces de jardinero en nuestro pequeño jardín de adosado. Es un hombre de campo, buena persona, respetuoso, con mucho temple. Me inspira gran confianza.



Mira sin interrumpirme, mientras escucha la historia de las cenizas de tía Encarna. Después de transmitirme sus condolencias, se queda callado mirndo al suelo, tras un tiempo de respetuoso silencio se decide a hablar.



-No se preocupe doña Marta, déme la vasija con las cenizas de su difunta tía y las enterraré bajo la palmera de la cala. Allí apenas hay gente, es un sitio bonito para descansar. Mañana compraré algunas plantas, para que crezcan en su memoria.



Sábado:


6:30 horas.



Me despierta el teléfono es Juan el jardinero. Algo le pasa.



-Doña Marta, doña Marta –Juan me habla de una forma muy apurada –venga a la palmera, no hago mas que cavar y no encuentro las cenizas. Han desaparecido.



Voy corriendo a la palmera. Mi marido no se muestra solidario con el asunto. Mi hija llora considerablemente. Se siente culpable por su rechazo al esparcir a tía Encarna por el jardín.



Cuando llego veo que Juan ha excavado durante mucho tiempo sin encontrar “la bombonera”. Al parecer el Ayuntamiento ha limpiado la zona y han nivelado la arena con unas grandes máquinas excavadoras. Están preparando la temporada de verano. Juan está desesperado, sudoroso y con cara de preocupación.



-Deje de cavar Juan –le comento sin saber que hacer, pensando en lo que le iba a contar a mi primo Ramiro. Viéndolo fríamente, la verdad es que tía Encarna descansaba en España, no sabíamos si entre la arena o entre las preciosas olas del Mediterráneo, pero descansaba aquí entre nosotros.



Lunes


8:00 horas.



Estoy en el cementerio municipal. El enterrador me da la solución. No existe control en las inscripciones de las lápidas.



-Haga una placa de mármol con el nombre de su tía inscrito, como si la hubiera enterrado aquí, póngale un ramo de flores y envíe la foto a su primo. Ha hecho todo lo que ha podido… pero recuerde que las cenizas no deben de mandarse por correo.



Lunes 365 días después.


Tras enviarle las fotos y unas palabras de condolencia, todavía espero la llamada de agradecimiento de Ramiro. Parece no importarle mucho como se desarrollaron los últimos deseos de su madre. Un alivio.



7 comentarios:

  1. Vaya, un poco macabro-lúdica la historieta de las cenizas de la pobre tía Encarna!
    Seguro que no es un hecho totalmente imposible... a saber la de cosas raras que se hacen con algunos difuntos!
    RIP.

    Muxus!

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  2. Lo bonito que tiene un relato es qu epuedes imaginar que es cierto o que todo es mera invención.

    En este caso la protagonista es una mujer, no soy yo... pero tiene mucho de real y mucho de fantástico.

    A veces la realidad es tan exagerada que llega a parecer fantástico.

    Saludos.

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  3. Muy bueno. Me resultó surrealista y por eso me gusta más aún. Mucha jeta el primito. Un saludo.

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  4. ...está bien la historia, Maxi,,,me ha gustado!

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  5. Para ciertas cosas, no me gusta dar la nota. Ya he dejado dicho que cuando muera hagan conmigo lo más barato y lo más cómodo. Las excentricidades las dejo para mi vida. Está feo marear a la gente cuando ya nada tiene ningún sentido.

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  6. Buena sobrina, se preocupó hasta el final de que su tía descansara en España y lo consiguió. la falta de agradecimeinto del hijo no importa, era a la tía ala que se rendía homenaje, y de una manera u otra lo consiguió. Eso es lo verdaderamente importante, intentar, dentro de nuestras posibildades, cumplir los deseos (cumplibles) de aquellos a los que por una causa u otra, amamos.

    Enhorabuena a la que al fin los consiguió

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  7. O sea que el primo con morro le dejó le muertom,nunca mejor dicho a la sobrina con corazón. Es que hay gente muy especial.

    un saludo y gracias por dejar un comentario en mi blog. Me gusta el tuyo.

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