sábado, 16 de abril de 2011

Somos un pueblo sin orgullo.

Estuvieron toda la tarde esquilando ovejas. Tanto, que Genaro, Ambrosio y Teodoro, no hicieron más que refunfuñar, del trabajo que les había ocasionado el que Evaristo fuera a El Aaiún a servir a la patria, pero en el fondo se sentían orgullosos de hacerlo… y mas tarde, como marcaba la tradición, acabarían emborrachándose entre risas y bromas patosas en la tasca de Cosme.



Claro, que cuando el abuelo de Evaristo, marchó a la guerra de África, y su padre al frente del Ebro, también tuvieron que esquilar a todas las ovejas del pueblo.



Era un problema de raza, de pura raza. Su Rh no era negativo, pero el número de unidades de superficie del casquete esférico de la boina del uniforme de Evaristo, era igual a número de ovejas que formaba el rebaño de Nemesio. Dato matemático y geométrico, por el que se había ganado gran innumerables apuestas y del que todos los oriundos del pueblo estaban orgullosos.



Hoy las cosas han cambiado. Jonathan, el hijo de Nemesio vendió las ovejas hace años y se fue a trabajar a la central nuclear.



Iván, el hijo de Evaristo, no quiere dar explicaciones a los viejos del pueblo y dice que es pacifista... y que no quiere ir a Afganistán, ni siquiera oír hablar del ejército. Repudia las gorras de pura lana "caqui" y lleva una pamela acrílica.

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