domingo, 12 de febrero de 2012

Olga, taxista en luna llena.

Ella estaba hipnotizada con la luna llena, que le había tocado por compañera en aquella noche de servicio en el taxi. Se sentía atraída por ella, mientras oía embobada "el Claro de Luna"... hasta que apareció aquel hombre en la esquina de la calle principal. Levantó el brazo para que parara a recogerle y ella accionó el taxímetro para apagar la luz verde y que comenzara a marcar la carrera.


-Buenas noches –saludó de forma educada


-Buenas noches –respondió Olga –¿Qué destino tenemos?


Tras un largo silencio ella miró por el espejo retrovisor y vio en sus ojos la respuesta de su pasajero. Era un hombre bien parecido, vestido con gusto, aunque de sonrisa triste, dentadura generosa y barba no cuidada. Por lo demás, un hombre interesante, que desprendía un encanto especial.


Y fue en aquel momento, cuando ella decidió cual iba a ser su destino, así que a él se dirigió. Tras varias sesiones en la consulta del dentista, una visita al barbero, otra al peluquero y una última al notario matrimonialista, aclararon al afortunado pasajero que él no era el dueño de su destino.


Él es perfecto, limpio, ordenado… Se le da muy bien la cocina, sobre todo las carnes rojas, casquería y una siente una predilección fuera de lo normal por las sangrías. Le entretiene la plancha y lo hace con sorprendente perfección.


Hoy es noche de luna llena y Olga ha decidido doblar la jornada en el taxi. Desde que lo conoció le ha cambiado la vida, pero las noches de luna llena, se pone rarito y mientras plancha tranquilamente, aúlla como un descosido, por eso y para no oír las quejas de sus vecinos, hoy como todas las noches de luna llena, Olga, ha decidido no pasar la noche en casa.

1 comentario:

Seguidores