martes, 15 de mayo de 2012

El balcón de la clueca *

Me lo contó todo Edelmiro del Valle, de una forma muy clara. Así que cuando llegué a mi casa, le transmití mis conocimientos a mi señora y llegando a un acuerdo me fui a comprar unos listones de madera, unos clavos y unos alambres fuertes.

Edelmiro me dijo, que estaba científicamente demostrado, que tenía que hacer un jaulón grande con listones de madera, para meter a la clueca y colgarlo por fuera del balcón sobre la calle y así con el balanceo de la jaula y teniendo cuidado en poner los listones del suelo lo suficientemente separados, se conseguía tal sensación de vértigo que haría desaparecer la cloquera para siempre.

Así lo hicimos y mi mujer aseguró que, en cuanto notara que la cloquera le desaparecía, me avisaba, sin importarle que fuera de noche o de día y que estuviera durmiendo o no, porque sería capaz de despertarme para contármelo y abandonar de una vez por todas aquella postura tan incomoda que se veía obligada a mantener entre los barrotes de aquel invento.

La cosa se fue complicando, porque al enterarse mi suegra, intentó reprenderme farfullando “…Esto no son maneras”, pero mi respuesta ya la sabe ella: -Que no se meta en nuestros asuntos.

Además, cuando bajé a la calle a comprar el pan la PCTB, (Plataforma Vecinal Contra los Tendederos en los Balcones), había convocado una manifestación en la puerta de casa y el portavoz de la misma me ha indicado de forma pedante y en tono político, que…”los tendederos de ventanas y balcones afean nuestros edificios y por consiguiente, afean nuestro barrio y es mas, impiden ver los nuevos brotes verdes”... y ha seguido en tono autoritario… “procédase al descuelgue inmediato del artilugio”.

Gracias a Dios, soy poseedor de un carácter dialogante y les he explicado que mi esposa padece del “síndrome de la gallina clueca” y que es necesario bajar su temperatura de empolle, para conseguir una convivencia familiar mas grata y llevadera, ya que nuestros hijos van creciendo y el mayor, que ya ha pasado por las fases de pimpollo, pollo, e incluso sobrepasado la de pollino y la de gallo de pelea, ha llegado a su mayoría de edad y su madre piensa que debe seguir empollándole sin permitir que su personalidad despunte de forma inesperada, inapropiada o imperfecta (como todas) y que se pegue algún batacazo que otro (como todos)

Por la noche me ha telefoneado Edelmiro y después de preguntarme por la salud de mi mujer, me ha hecho saber que ha observado, que soy mas bajo que ella y dice que conoce un método por el que los pollos crecen de manera destacada y llegan a conseguir precios astronómicos en la subasta de capones de Navidad.

La verdad, es que no me importa seguir siendo mas bajo que ella, pero que por favor, que no se lo comente, que llevamos mucho gasto en tratamientos.

En cuanto al jaulón, hemos pensado que, en cuanto mi señora esté en disposición de abandonarlo, se lo pasaremos a nuestra amiga Rosario, una que llaman Charo, que también está clocando.

4 comentarios:

  1. Jajajaja, pobrecica, encima cachondeo, lo que tenemos que aguantar!

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  2. Aina:

    ¿Quieres decir que te autoincluyes en el colectivo de gallinas cluecas?

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  3. Jajaja, pues he de reconocer que yo si me autoincluyo en el colectivo de gallinas cluecas, mi hijo pequeño está en la categoría de pimpollo, pollo o pollino, (no tengo muy claro cual corresponde a la recién estrenada quincena aunque yo me inclinaría más por la de pollino) pero a veces tengo la sensación de que me quedan múuuuchos años todavía. Pero lo de meterme en una jaula ¡ni hablar!, ya lo pasaré yo solita cuando llegue el momento. Y si no, ¡que se aguante!, al fin y al cabo la mayor lo lleva divinamente.

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  4. Mi padre, don Severo Cano, decía que los hijos son la venganza de los abuelos... y es que los genes... ahí están.

    Saludos.

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