jueves, 4 de octubre de 2012

Que mal hueles Valeriana.

Las pastillas de valeriana que compré en el "super" olían fatal. Cuando no podía parar de dar vueltas en la cama, me levantaba y me tomaba un par de pastillas. Abrir aquel bote era similar a aspirar el aliento de una boca de alcantarilla y en mas de una ocasión me tuve que volver a levantar de la cama para lavarme las manos, pues su olor era nauseabundo. Luego... un par de vueltas entre sábanas y me quedaba dormido. Seguramente era algo psicológico.

Se acabó aquel bote nauseabundo y he comprado otro cargamento de valeriana. Ésta vez en una farmacia distinguida, con caché, por lo menos por el precio. En ésta ocasión la valeriana viene en unas capsulas muy suaves y conseguidas. No huelen.

Ella no está. Ahora, a la hora que es, solo en la cama, sin molestar a nadie con "mis-núnca-demostrados-ronquidos" doy vueltas entre las sábanas. No puedo dormir pensando y despensando. Ésta vez la valeriana no huele pero como he dicho antes, es la hora que es y aquí estoy escribiendo esta tontería. Una chorrada más y dentro de unas horas, a las seis y treinta, de nuevo estaré en marcha, dispuesto a llorar las crisis.

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