jueves, 23 de mayo de 2013

Una lánguida resignación duradera.

Desde mi punto de vista, tres palabras que definen a la perfección a la persona a quien iban dirigidas, dichas por otra persona de interés psicológico. No recordó ni reconoció, que el lánguido y resignado lo nombró él a dedo como su sucesor y desde entonces su personalidad sigue siendo la misma. Una vez más, ha quedado demostrada la calidad y grandeza humana del orador, que defino en tres palabras como "prepotente mezquindad demostrada". No comulgo con ninguno de los dos personajes, pero no dejo de estar sorprendido por quien insiste en demostrar que el verdadero jefe de la oposición, está dentro de la manada. Alfredo aprende.

Del personaje aludido vuelvo a recordar el parodiado microcuento: "Cuando Mariano se despertó, la crísis todavía estaba alhí".

1 comentario:

  1. ¡Más razón que un santo! Eramos pocos y parió la abuela, digo el abuelo. Saludos.

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