lunes, 8 de febrero de 2010

Y el “hijoputa” se convirtió en pensionista.

Sirva el presente relato para hacer mi último homenaje particular a uno de “los hijoputas” que recuerdo en este momento. Desde este momento he decidido desterrarlo definitivamente de mi vocabulario.

“El hijoputa”, no era consejero de la Caja de Ahorros, ni amigo de Presidenta Autonómica alguna, ni siquiera se dedicaba a la política. “El hijoputa” tenía un pequeño taller de automóviles, donde cambiaba de ruedas a los coches de los clientes del barrio. Por lo que observé, supongo que gente de su misma onda.

Cuando conocí a aquel hombre, tardé poco en decidirme como le iba a llamar, desde aquel momento, cada vez que pensaba en él, lo nombraba mentalmente como “el hijoputa”.

… y así le conocí. Nada mas entrar en el local, me hizo saber que no tenía tiempo que perder conmigo y tras decir esto, pidió alguna herramienta a su aprendiz, al que además de llamarle imbécil, le tiró un cepillo de raíces dirigido a su cabeza. Tras aquella demostración de poderío compartió sonrisas con un cliente que allí se encontraba y siguieron hablando de sus cosas importantes.

Corrían los años ochenta y fue mi primera y última visita a su taller. No se me había olvidado ni su nombre ni su apodo y después de tanto tiempo, me he vuelto a acordar de él.

“El hijoputa” ejerce de pensionista, Aunque no tiene los sesenta años cumplidos. Va andando por la calle con dos muletas y precisamente hoy, le he tenido que sujetar la puerta a la entrada de una cafetería, para que el pobrecillo pudiera pasar.

Por supuesto no me ha reconocido, tras agradecérmelo con una sonrisa, he pensado… mira “el hijoputa” y encima ahora parece un viejecito bonachón.

Se me han ocurrido miles de venganzas y por un momento he llegado a pensar que aquel humillado aprendiz, había sido yo. He pensado en soltarle la puerta en las narices, en quitarle una muleta, en tirarle el café caliente por su camisa, en recordarle que cuando tiraba cepillos parecía estar en forma… pero en el fondo estas pequeñas fantasías han sido mi única venganza.

…y por mi parte, voy a prescindir de este insulto, para que lo utilicen los miembros y “miembras” del gobierno, que nos representan con elevada profesionalidad y sabiduría… y a partir de ahora, he decidido reír todas sus gracias y meteduras de pata.

Quiero conocer la felicidad integral.

6 comentarios:

  1. Quizás el humillado aprendiz decidió un buen día deshumillarse y le puso la zancadilla.
    Aunque también es posible que un ser tan amargado, como lo es todo maltratador, haya acabado con su salud intoxicándose con su propio veneno en un ataque de ira.

    En todo caso, le honra a usted Sr.Cano su generosidad con el caído.

    Un placer (me ha recomendado leerle mi cobloger nines rey. Ya le daré las gracias)

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  2. Muy interesante tu texto no se donde te encontré pero vuelvo dejándote jazmines en la puerta de tus letras

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  3. Muy generoso de tu parte dejar ciertos adjetivos a mentes tan claras. Yo pienso seguir utilizándolo, aunque nunca será lo mismo.

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  4. Por suerte ese tipo de "hijoputas" creo que se va extinguiendo y los que quedan el veneno que llevan dentro no les dejará disfrutar de su condición de pensionistas con derecho a disfrutar y pasárselo bien, sencillamente no saben como hacerlo.
    Está muy bien que prescindas de ese insulto, pero la verdad dudo mucho que llegues a conocer la felicidad integral riendote de las meteduras de pata de los "miembros y miembras" del gobierno, y si lo consigues nos tienes que explicar como lo has hecho
    Un saludo de Mar

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  5. Hay una sanidad mental en lo que escribes que me gusta, posiblemente porque de no sacar todo eso que vemos en el día a día, entonces si que reírse de uno mismo, ya no de otros y sus tonteras...nos llevarían a la locura, muy lejos de lo que es un momento feliz.

    Bikiño.

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  6. Me has hecho recordar algún "hijoputa" de mi vida y me he vengado como tú, usando la fantasía. Me ha gustado un montón tu relato.

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